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Ante el desabastecimiento de oxígeno en la ciudad de Iquitos, la Iglesia del Vicariato Apostólico puso en marcha una campaña de solidaridad.
Si algo ha demostrado la Covid-19 es que resulta fundamental promover la solidaridad e implicar a la ciudadanía en una respuesta que también debe ser global. En esta tarea las ONGD Agustinianas, por su experiencia, somos un aliado imprescindible.
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Durante esta pandemia las ONGD estamos trabajando desde el primer momento para posicionar en la opinión pública mensajes y valores de solidaridad y justicia global, así como análisis que ayuden a comprender que vivimos en un mundo interdependiente tal y como pone de manifiesto la actual situación.
Tras el fuerte impacto sobre nuestro país, el virus se extendió a otras zonas del mundo, entre ellas, a Sudamérica y de forma devastadora en Iquitos, lugar donde los agustinos están presentes desde hace casi 120 años, a cargo del Vicariato Apostólico de Iquitos.

El azote de la pandemia significó que, en la capital de la Amazonía Peruana, el conocido como “pulmón del mundo” hubiera un completo desabastecimiento de oxígeno medicinal.
Y es que, si bien la pandemia es global y nos afecta a todos, es a aquellos que estaban ya en peores condiciones de partida a quienes ha afectado gravemente. Sirva como dato comparativo el estudio de seroprevalencia: mientras en España los datos arrojan un 5% de contagiados sobre la población total, en Iquitos ese dato alcanzó el 93%.
Las debilidades del sistema público de salud preexistentes a la pandemia junto a los brotes de dengue hicieron que los efectos del virus del Covid-19 tuvieran una mayor magnitud.
En Iquitos la producción de oxígeno medicinal de uno de sus centros sanitarios, el Hospital Regional de Loreto, alcanzaba entre 6 y 8 botellas diarias y sólo la UCI precisaba 33 diarias. Las peripecias de los familiares de los enfermos para obtener oxígeno en las plantas privadas era una auténtica odisea, amén de la subida de precios hasta niveles absolutamente impagables.
Ante esta tesitura, la Iglesia de Iquitos no podía permanecer impasible: los contagios y los fallecidos aumentaban exponencialmente ante la inacción de los poderes públicos.
El Vicariato de Iquitos lanzó una campaña de solidaridad a la desesperada, buscando fondos para, al menos, conseguir una planta de oxígeno capaz de mitigar la brecha existente entre la producción y la demanda de oxígeno medicinal.
La rápida y contundente llamada se hizo viral y de todos los rincones de Iquitos, Perú, Estados Unidos, España… llegaron apoyos económicos que permitieron no sólo lograr la primera meta de 400.000 soles (unos 90.000€) sino de superar los 2.000.000 de soles en muy pocos días.
Desde España, las ONG Agustinianas (Iquitanz, CEBU, Villanueva, Puente Solidario, Agustiniana y la Fundación REDA) respondieron ágilmente y de forma coordinada a este grito desesperado de sus hermanos iquiteños. Un total de 57.700€ se movilizaron para ponerlos a disposición de esta campaña que continuaba sumando apoyos.
Finalmente, se lograron adquirir cuatro plantas de oxígeno y material sanitario que fue distribuido entre la población necesitada que acudía en masa a los hospitales y también a las parroquias donde se les suministraba, junto con alimentos.
La fuerza de la solidaridad movilizó a una sociedad liderada por su Obispo, y logró cohesionarla con el fin de combatir la pandemia. Un hecho verdaderamente notable del que se hicieron eco los medios de comunicación nacionales e internacionales.
En palabras del Papa Francisco “Espiritualidad, generosidad, solidaridad, perseverancia, fraternidad, alegría; son valores que encuentran sus raíces más profundas en la fe cristiana.” Por tanto, podremos concluir que la fuerza de la solidaridad no es sino una muestra de la fuerza de la fe cristiana, más necesaria que nunca en estos críticos y oscuros momentos.