Evangelio del I Domingo de Cuaresma, según San Agustín

En este primer domingo de Cuaresma, en el evangelio nos encontramos con el relato de las tentaciones que tuvo Jesús.

En este primer domingo de Cuaresma nos encontramos con el relato de las tentaciones. Jesús fue tentado con poder, con la gloria, con hacer lo que Dios le pedía, pero de otro modo, al modo humano de poder y gloria. San Agustín nos explica que Jesús fue tentado como hombre y así nosotros tenemos un ejemplo a seguir. Él resistió al tentador y nos dio el ejemplo de cómo nosotros también podemos resistir al tentador.

Mártires

Por tanto, hermanos míos, nada tiene de extraño. ¿Sabéis en qué momento se hace mención de los mártires? La Iglesia no ora por ellos. Con razón ora por otros difuntos, pero no por ellos; al contrario, ella misma se encomienda a sus oraciones. Lucharon contra el pecado hasta derramar su sangre. Cumplieron lo que está escrito: Lucha hasta la muerte por la verdad. Despreciaron las promesas del mundo; pero esto es poca cosa. No es mucho despreciar la muerte ni soportar los tormentos. En el combate hasta la muerte está la victoria plena y gloriosa.

Tentaciones

En efecto, las primeras tentaciones propuestas a nuestro Señor, el rey de los mártires, eran lisonjas: Di que todas estas piedras se conviertan en pan. Te daré todos estos reinos. Veamos si te acogen los ángeles, pues está escrito: «Para que no tropiece tu pie contra la piedra». Las alegrías del mundo se hallan en el pan -la concupiscencia de la carne-; en la promesa de reinos -la ambición mundana- y en la curiosidad asociada a la prueba -la concupiscencia de los ojos-. Todas estas cosas pertenecen al mundo, no obstante, halagan, no atormentan. Mirad ahora al rey de los mártires presentándonos ejemplos de cómo hemos de combatir y ayudando misericordiosamente a los combatientes. ¿Por qué permitió ser tentado sino para enseñarnos a resistir al tentador? Si el mundo te promete el placer carnal, respóndele: «Más deleitable es Dios».

Si te promete honores y dignidades seculares, respóndele: «El reino de Dios es más excelso que todo». Si te promete curiosidades superfluas y condenables, respóndele: «Sólo la verdad de Dios no se equivoca». ¿Qué dice el evangelista después que el Señor sufrió esta triple tentación, puesto que en todo lo que halaga en el mundo aparecen estas tres cosas: o el placer o la curiosidad o la soberbia?

Cristo vence

Después que el diablo hubo acabado con toda tentación; toda tentación, pero relacionada con lo que halaga. Quedaba todavía otra tentación, relacionada con algo áspero y duro, atroz y cruel. Quedaba aún esta tentación. Sabiendo el evangelista lo que ya había tenido lugar y lo que aún quedaba, dice: Después que el diablo hubo acabado con toda tentación, se alejó de él hasta el momento oportuno. Se alejó de él en cuanto serpiente astuta; ha de volver como león rugiente. Pero lo vencerá, porque pisoteará al león y al dragón. Regresará el diablo: entrará en Judas y lo convertirá en traidor del Maestro. Llevará también a los judíos, ahora crueles, no ya aduladores. En posesión de sus instrumentos, gritará con las lenguas de todos: ¡Crucifícalo, crucifícalo! ¿Por qué nos extrañamos de que Cristo haya salido vencedor allí? Era Dios todopoderoso.

Sermón 284, 5

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