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Los Agustinos en la JMJ de Panamá
A pocas horas de mi regreso, finalizada ya la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud, sólo tengo palabras de agradecimiento para toda la gente que ha hecho posible esta semana sea para mí, y creo que para todos los que disfrutamos del país centroamericano, una experiencia inolvidable.
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Hace uno meses charlando con unos amigos de la parroquia surgió, la idea de peregrinar juntos y compartir esta experiencia que ha movido los corazones de cientos de jóvenes en los últimos años. Finalmente, Pablo y yo nos decidimos a tomar parte en esta maravillosa aventura. Pablo, aunque más joven que yo, es veterano en estas lides, para él era su segunda Jornada, estuvo en Cracovia hace tres años. Yo sin embargo era novicio, mi primera JMJ, salí de España cargado de la ilusión, y de las dudas propias de quien se embarca el algo nuevo. Las fechas cuadraban mal, no os voy a engañar, pero finalmente, y como todo es Providencia, pudimos arreglar exámenes, trabajos, y demás obligaciones y disfrutar de unos días de encuentro con el Señor y con los jóvenes de todo el mundo, convocados por el Papa Francisco bajo la atenta mirada de la Virgen María.
Comenzamos la ruta con nuestra mochila cargada de alegría e ilusión por vivir esta gran semana. Tras varios aviones y largas horas haciendo tiempo en aeropuertos, llegamos a Panamá. Allí nos recibieron los voluntarios de la Parroquia de los agustinos Santa María de la Antigua, lugar que se ha convertido estos días en nuestra segunda casa. Y ¿qué mejor recibimiento que bailar delante del Santísimo?, Pudimos agradecerle la gran oportunidad que se abría ante nuestros ojos. Con la energía que aún quedaba, y con algo de vergüenza y timidez inicial, nos unimos al canto común de alabanza.
Cuando uno está en las cosas de Dios la vergüenza y timidez duran un minuto. Justo el tiempo que tardamos en darnos cuenta de donde habíamos llegado. Fue increíble el ambiente en el que nos encontramos. Parecíamos uno más de aquella gran familia agustiniana que forman la comunidad parroquial de Santa María de la Antigua.
Y como fin de fiesta de esa magnífica bienvenida, nos presentaron a María Isabel, nuestra “madre” durante toda la semana. Su sonrisa abierta, grande, permanente permanecerá en mi recuerdo y mi oración por mucho tiempo. Sé que todos los peregrinos dirán lo mismo, pero ella no pudo hacerlo mejor. Desde el primer segundo hasta volver a entrar por la puerta de mi casa en España, ha estado pendiente de que no nos faltase absolutamente de nada. María Isabel no fue una excepción, sino uno de los máximos exponentes de un pueblo entregado en la acogida, el pueblo panameño. De mi interior solo brotan palabras de agradecimiento por tan generosa acogida, por tanto entusiasmo y alegría regalados, por el cariño y el esmero con que nos cuidaron.
Una vez superado el fin de semana y las preceptivas visitas turísticas para dar por conocido Panamá, comenzamos de manera oficial la JMJ. El ambiente iba in crescendo y no dejaban de llegar al país peregrinos de todos los rincones del mundo.
Banderas al aire, dimos el pistoletazo de salida con las primeras catequesis y misas de inauguración, presidida por el Arzobispo de Panamá Monseñor José Ulloa OSA. El ambiente festivo de cada uno de los momentos se volvía cotidianeidad, dando igual la procedencia de cada uno de nosotros, sólo importaba que todos teníamos un objetivo común, seguir creciendo en nuestro proceso de fe junto a una multitud entregada.
Pasando los días, comienza ese deseo irrefrenable de que se detenga el tiempo, queríamos disfrutar de cada instante, de cada segundo, de cada gesto, de cada palabra, y en medio de todo este huracán llegó el Papá Francisco, no tengo palabras para explicaros la emoción que sentí, casi ni me lo creo todavía, casi me vuelvo loco.
Fuimos afortunados por estar muy cerca de él, y tener esa gran sensación de alegría inmensa y que nos dedicase tanto tiempo a los jóvenes. Y ahora, para finalizar, os propongo las frases top que de los discursos del Papa he traído grabadas en mi corazón:
- “Sólo lo que se ama puede ser salvado”.
- “La verdadera caída, la que es capaz de arruinarnos la vida, es la de permanecer en el suelo y no dejarse ayudar”.
- “La grandeza no está en tener lo último. Fuimos creados para algo más. Hágase en mi según tu palabra”.
- “Tomar parte de esta historia de amor en el mundo. Estamos para más”.
Estas frases son un regalo para mi, regalo de cercanía, aliento y esperanza. Que me ayudan a recordar lo necesario que es abrir siempre el corazón y estar dispuestos a caminar. Formar parte de un proceso continuo y renovador de mi fe que se transformeen don de servicio para los demás.
Gracias a todos los que formáis parte de mi proceso, que me enseñáis y ayudáis a caminar con Dios en mi vida, a los agustinos en los que me he formado y descubierto la fe, a todos los panameños que tanto cariño nos han mostrado, y por supuesto al Papa Francisco, por sus mensajes, y como no, a ti Señor por darme esta gran oportunidad, la de vivir la fe y descubrir que me amas.
“He aquí la sierva del señor, hágase en mi según tu palabra” Lc 1, 38.
Alejandro Díaz de la Rosa
