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Los religiosos agustinos colaboran con la Delegación de Pastoral de la Salud de la Archidiócesis de Madrid
Humanizar la muerte, con la oración y desde el respeto es el principal objetivo de esta iniciativa.
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Desde que empezó la crisis del Covid se ha ofrecido mucha información de aspectos médicos, científicos y logísticos. Pero se ha ocultado la muerte, el dolor y la soledad de muchas personas que no han podido estar acompañadas durante la enfermedad o que no han tenido ocasión de despedirse de sus seres queridos.
En medio de esta situación ha habido un amplio equipo de capellanes, sacerdotes y voluntarios que se han armado de humanidad para estar donde no había nadie y poder coger una mano o sostener la mirada.

Dos de ellos son los religiosos agustinos P. Javier Antolín y P. José Luis del Castillo, que explican que el servicio se concreta en rezar un responso por las personas fallecidas: «Son oraciones sencillas porque sabemos que no todos son cristianos, pero desde el respeto que cualquier persona fallecida merece para la Iglesia».
«El primer día fue impactante -afirma Javier Antolín-, pero han sido momentos que siempre han transcurrido en un contexto de serenidad y en los que hemos contado con la ayuda de los funcionarios, miembros del UME (Unidad Militar de Emergencia) y guardias de seguridad, que en algunos momentos seguían las oraciones emocionados».
José Luis del Castillo insiste en que no se nos puede olvidar que en la Morgue de Valdebebas ha habido 180 personas. «No son meros números, sin embargo, todos ellos han muerto solos».
Un dato que interpela. «Impresiona la soledad de la muerte -señala José Luis- por eso hemos querido dar gracias por cada una de estas personas, porque cada una de estas vidas ha tenido sentido».
Tres meses intensos de encuentro con la muerte y el servicio continúa.
Pero la muerte no tiene la última palabra. Ambos explican que el hecho de que esta situación haya coincidido con la Pascua y con Pentecostés ayuda a vivirla en clave de esperanza.